¿Qué vidas se consideran vidas? Migración en UE y los Estados Miembro6 min read

28 Aprile 2015 Uncategorized -

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¿Qué vidas se consideran vidas? Migración en UE y los Estados Miembro(de Marta Mateos Revuelta Y LaBisonte)

¿Qué vidas se consideran vidas? ¿Quién es hoy, un ser humano? La política migratoria de la UE y de los Estados Miembro, parece responder más a lo que Judith Butler llama nuevos marcos de guerra, que a una simple gestión de los flujos migratorios. Estos marcos, de acuerdo a Butler, categorizan a las personas entre aquellas que merecen ser lloradas y las que no y entre las que son imprescindibles y aquellas de las que se puede prescindir.

Una de las bases sobre las que se construyó la Unión Europea fue la libertad de circulación y la nacionalidad europea. Con la libertad de circulación y la nacionalidad europea vino también el derecho tácito a ser considerado persona, puesto en práctica cada día en las fronteras de la Unión. Para los nacionales de terceros países, Europa se convertía así en un fortaleza, en una herramienta de clasificación de lo que se considera humano y lo que no. Durante muchos años nosotras que creemos que la condición de persona no viene de la mano de una nacionalidad, hemos sentido rabia al ver cómo Europa daba la espalda a los nacionales de terceros países, como si fueran personas desechables. Sin embargo, poco a poco nos damos cuenta de que aquellos criterios que definen a las personas desechables son cambiantes, y se adaptan a las circunstancias. Y qué curioso es ver que cada vez tienen un mayor alcance, que cada día un mayor número de personas son categorizadas como personas «de segunda clase».

¿Qué vidas se consideran vidas? Migración en UE y los Estados Miembro

Lucio, de origen italiano residente en Bruselas, recibió una orden de expulsión por parte del gobierno belga en el año 2014. En esta carta de expulsión el gobierno belga invitaba a Lucio a abandonar el país, adjudicándole el título de persona «sin ninguna posibilidad real de encontrar trabajo». Esta práctica belga, es decir, expulsar a ciudadanos comunitarios de Bélgica, principalmente búlgaros, rumanos, españoles e italianos, vulnera la Carta de derechos fundamentales de la UE y la Directiva Europea 2004/38 sobre la Libre Circulación en varios puntos (como los relacionados con la comprobación del cumplimiento de las condiciones para la estancia; el acompañamiento de la decisión de expulsión con una prohibición de entrada; la igualdad de trato con respecto a los nacionales; la expulsión como consecuencia de un recurso a la asistencia social). El caso de Bélgica no es, desafortunadamente, un caso aislado, sino que otros países europeos como Alemania, Francia e Inglaterra están siguiendo la misma lógica y aplicando medidas restrictivas a la libertad de circulación de ciudadanos comunitarios. En diciembre del 2014, Alemania aprobó una reforma en la ley que regula el permiso de residencia basada en esta directiva, de forma que si en un periodo de seis meses el demandante de empleo no ha encontrado trabajo o no puede certificar que sigue buscando trabajo y que tiene posibilidades de encontrarlo, pierde el derecho de residencia en Alemania.

A raíz de esta restricción de la libertad de circulación, se han creado las Plataformas People in Movement en Alemania, y Europe4People en Bélgica, a la vez que otros movimientos sociales ya existentes, como el 15M Bruselas y Marea Granate han comenzado a incluir este tema entre sus reivindicaciones. En abril de 2014, el 15M Bruselas presentó una petición al Comité de Peticiones del Parlamento Europeo denunciando la vulneración de la Directiva Europea 2004/38 por la legislación belga, y el pasado 30 de marzo, el 15M Bruselas y Marea Granate se reunieron con varios europarlamentarios para que estos conocieran de primera mano esta problemática. Recientemente, el Comité de Peticiones del Parlamento Europeo ha aceptado a trámite dicha petición, veremos cuál es el resultado.

Pero ¿qué ocurre cuando una persona se enfrenta a la amenaza de expulsión? Puede ser que esta persona concluya que volver a su país de origen no es una opción (como no lo es, ciertamente, a causa de esta estafa económica a la que llaman crisis) o que decida, a pesar de los pesares, quedarse en el país de destino aun teniendo que vivir de forma paralela al sistema, de forma clandestina. La pregunta que sigue es, ¿cómo sobrevive una persona sometida a la clandestinidad o a la muerte administrativa? Pues trabajando en negro, sin seguridad social, sin herramientas legales para defenderse de los abusos laborales, cobrando un salario por debajo del salario mínimo, sin poder cobrar ayudas sociales… Hablando en plata, sobreviviendo sin ser persona. ¿Y a quién le interesa tener una masa de trabajadores, de no-personas, dispuestas a trabajar de cualquier manera y a cualquier precio? ¿A quién le interesa externalizar la pobreza, es decir, simple y llanamente, deshacerse del pobre? Es aquí donde tenemos que rascar…

Pero, ¿dónde está la raíz del problema? ¿Es la aplicación restrictiva de los Estados Miembro o es la propia UE la que impone una lógica neoliberal a la esencia misma de la vida, que es el movimiento de las personas? ¿No sigue la propia Directiva esta misma lógica al incluir la noción de ‘carga excesiva’ como una posibilidad a la que los Estados miembro pueden acogerse para restringir la circulación de personas,anteponiendo así los intereses económicos del Estado, como si esto fuera un ente abstracto ajeno a las personas, y no las personas, al derecho de circulación, que teóricamente fue una de las bases fundamentales de esta mal llamada Unión Europea?

Quizás podríamos acercarnos a la respuesta de estas preguntas si analizamos cuál es la postura de la UE ante la crisis humanitaria del mediterráneo. El día 19 de abril de 2015 cerca de 900 personas se ahogaron cerca las costas de Lampedusa. Tras años de mirar hacia otro lado, de ignorar sistemáticamente los informes que dicen que a mayor control mayor es la tragedia y por ende, de contribuir proactivamente a la muerte con, por ejemplo, la creación y mantenimiento de la agencia europea Frontex, la UE sigue despreciando la vida, y dando respuestas no solo insuficientes sino increíblemente hipócritas. La última de estas ha sido la de aumentar el número de barcos de vigilancia en el mar, sin cuestionar que es su propia posición y sus decisiones políticas en relación a las fronteras de la Unión, las que llevan a tantas personas a embarcarse en pateras para cruzar el mar en lugar de utilizar rutas seguras que respeten su dignidad humana.

Por eso podemos decir que tanto los Estados miembro como la propia UE, no son solo parte del problema, sino que son culpables. Culpables de imponer una política migratoria clasista, anti-vida y de externalizar la pobreza sobre bases xenófobas y sobre una lógica neoliberal. Si algo tienen en común los comunitarios precarios expulsados, todas las personas abandonadas a su suerte en el Mediterráneo y todas las personas condenadas a vivir en clandestinidad, es que todas estas personas son víctimas de las estrategias de supervivencia del neoliberalismo, que pervierten la gestión de los flujos migratorios y la convierten en otro instrumento más para seguir ahondando en esta lacra a que llamamos, capitalismo.

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